domingo, 21 de diciembre de 2014

Un tal Ricardo Moreno Solarte

Cada momento que veo hacia el pasado, miro aquel callejón del olvido, el que me recuerda aquel padre que nunca tuve, aquellos amigos que se fueron, aquellas novias que ya no están; aquellas nubes que perdieron el cielo y sus figuras retóricas. Sé que he ganado mucho gracias al pasado, pero también sé que no ha sido un buen negocio-pero hay una excepción. En ese pasado está usted, póngale hace un año pasadito. Un ser humano que me ha llenado de riquezas mentales, que ha sido mi maestro como el maestro del joven deportista en la película El Guerrero Pacífico. Quiero aprovechar estas letras que es lo único que con seguridad digo que tengo, para agradecerle por todo y cada uno de esos momentos vividos. Jamás desperdicié el tiempo cuando con usted andaba.

Su manera de ser; de comprender tan exageradamente a las personas, de analizar cada detalle de ellas y su comportamiento. De medir cada palabra y cada acto. De mirarme feo cuando llegaba tarde, de aguantar mis desesperantes actitudes, de ser tan humano como nadie lo ha sido; como ningún religioso o aquellos llamarse ‘buenos’, lo han sido. Gracias por acercarme tanto a Dios, como nunca nadie un sacerdote lo ha hecho; aunque sigo en proceso, no tengo todavía las capacidades que usted tiene, pero ahí voy.

Gracias porque me ha enseñado a esperar, a ser paciente con los sucesos. A no desfallecer, a perseverar como terco. Le agradezco por acercarme a niños que son tan valiosos como mi familia, en especial los niños de su unidad; ellos han educado mucho mis sentimientos. Y los otros- los de los colegios- pues también-risa penosa-. Tengo que decirle que usted ha sido tan importante en mi vida, porque he aprendido a ser mejor persona, a entrar al mundo maravilloso de la actuación. Gracias por esas presentaciones, por prestarme el alma de su Betito, por dejarme entrar en personajes jamás antes vistos. Por ayudarme a perfeccionarlos y creer en la actuación como algo natural y no fingido. Usted ha sido tan importante en mi vida, que se necesita de mucho dinero para pagarle todo lo que ha hecho por mí, y la verdad no lo tengo-risa-.

Lo que sí tengo, es un orgullo inmenso de conocer personajes como usted. Tengo conmigo la poca sabiduría que usted ha formado en mí, la humildad que se ha perdido tanto y sobre todo; las cosas que solo hace un loco como usted: meterse en algo con nada, ir del todo por el nada  o viceversa-usted me entenderá-. 


Dejaré olvidar lo que creo que soy y seré ahora mismo, la vida es ahora mismo, usted me ha enseñado a eso. Por eso, yo no sé cuándo sea mañana, yo no sé si mañana me pierda o usted se pierda, o nos perdamos. No sé cuántos años más nos regalará Dios, ni cuántos días más compartiremos-le pido a Dios que sean muchos-, pero por ahora solo quiero que sepa que usted ha sido ese padre que nuca tuve y, aunque no se lo digo por un respeto grande que le tengo a sus hijos y por pena, en medio de sus actos, me ha dado un cariño que nunca lo encontré en mi padre.

Perdóneme por escondérmele al sol y generarle incomodidad, perdóneme por lo que pasó con la última presentación, perdóneme por generarle desconfianza, que yo sé que usted por lo que le ha pasado no confía en nadie-lo entiendo y lo acepto-. Solo quiero que entienda que un tal Ricardo Moreno Solarte ha sido una persona valiosa que Dios me ha dado y que independiente de lo que ha pasado, lo que pase o pasará, sin tanta homosexualidad y ‘cursilería’ le digo que: LO QUIERO MUCHO.







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