domingo, 16 de junio de 2019

DIARIO DE UN MIO


5:59 de la mañana, a una gota de llover y vestido como si estuviera en una ciudad cálida.
Lo vi; el azul. Le puse la mano y subí.
¿Alguien tiene un pasaje que me venda? miradas de pereza, infelicidad, amargura y de preocupación; me hostigaban por hacer esa pregunta. Un adulto me pasó la tarjeta y yo de descarado, le pagué con uno de 20. Soy un desastre, pero pasa.

Mamá siempre me decía: "la vida es dura y debes de ser fuerte", entré a esa multitud y fue como si me dijeran: ¡bienvenido a la vida!
Manoseado hasta mi sombra, pasé entre esas miradas, hasta que logré ubicarme. Empecé a sudar, el aire acondicionado nunca sirve y justo cuando iba a llover, salió el sol. Así es Cali; nadie es más mentiroso que su clima.
Se bajan 10 y entran 30, así es. De los 30, 10 tienen sobrepeso, 5 huelen bien, y los otros pareciera que no se bañaran. Diversidad de rostros y figuras hay ahí. Eso sí, la alegría no falta en esta ciudad de pura salsa. Entra el primer rapero; 100 son colombianos, 200 venezolanos. No lo digo yo, lo dijo el rapero.
Usted por hambre no sufre, ambulantes por donde voltee, -'chamo', deme una- (yo tratando de entrar en confianza) tenia hambre y me comí unas galletas. Comencé a tocar; sin culpa  claro, y se despertaba una presencia interna en mi... Por fin salí, aire puro. Y, para mi desgracia, una fila de mil piel en la estación. Y de nuevo, esperar. 

¿Qué hace la gente mientras espera? el rapero cantaba, al menos. Yo, pensaba en cuál es el sentido de la vida; al ver a la colegiala, al auxiliar de policía, a la señora con la niña entre brazos, a la pareja gay y lesbiana, a los melosos, la tercera edad, al desubicado, y sí... a los raperos. 
7:30 de la mañana, ya llegué tarde, como siempre, y otra vez la misma excusa: el MIO. Ahí viene, la fila se perdió buscando una puerta para entrar, ¿para entrar? - no empujen-, gritaban, y yo pensaba; en el sentido de la vida. Lo siento, no soy un acosador ni tengo carencia de sexo, pero es tocar-acá le dicen 'rastriyar'-, o llegar más tarde. Total, ya tenía un responsable al menos. Las puertas se cerraron. ¡Cójanlo, cójanlo! escuché por allá, el conductor se detuvo mientras el rapero empezó a cantar. Y otra vez, esperar. Llegó la policía, allá se quedaron y el MIO arrancó. Nuevamente el sudor salía de mi espalda y cráneo, el olor no me dejaba pensar y el rapero...; cantar.
"Somos 100 colombianos y 200 venezolanos", decía en sus canciones. 8:15 de la mañana, me bajé del MIO, a esperar el otro. Tenía clase a las 8, con el que voy perdiendo la materia. Y, de entrada, también tenía examen. Luego me quedé pensando, ¿cuál es el sentido de la vida? 

Pasar tus días de la semana de afán, sudando y oliendo a 'chivo', para llegar a un sitio de malas vibrar, y fingir lo que no eres. Solo por una nota; sabiendo que a la final estás adquiriendo un conocimiento efímero. Pero total, estoy en la universidad y eso es lo que pesa. Así es la cultura colombiana. ¿Cultura o la educación?
Así que tomé una decisión: aborde un taxi, y me fui...
llegué a la clase, 8:49 am, claramente tarde, me senté con el examen en la mesa y pensé...¿cuál es el sentido de este viaje?

Esperar es la forma más baldía de perder tiempo y plata. Si quiere conocer Cali, y la vida al mismo tiempo; súbase al transporte y sepa que tendrá una aventura, pero que pese a las circunstancias, encontrará alegría en el desastre. Y sí, no se equivoque si está en Colombia o en Venezuela. Igual el rapero se lo recordará.

¡Ah! y tenga plata para el taxi, por si está de afán.