Es de noche, la luna brilla.
Póngale las 12:40pm, mi cabeza se siente desolada tanto como su cuerpo, todo se
ve al revés y no es un mareo; es sólo un capítulo de la vida. ¡Perdón! Pero me
siento como si por un momento soñara que la ciudad está sola y lo único que me
rodea es mi sombra y la cantidad de maravilla que algún día una máquina llamada
SER creó. Tengo todo para llevarme y tiempo de sobra hay, pero siento que mi
alma está escondida en algún rincón de esas calles desoladas y ni modo de
buscarla si no sé por dónde empezar. Así mismo me siento; como un payaso
tratando de ser feliz. Tengo sentimientos sin energía, débiles, con poca gracia
porque no hay a quién contarle. Hay otra parte de mí, una que mis ojos no logran
ver pero se siente como el viento, esa que tanto odian pero que a la vez desean
a morir. ¡Sí! Eso que le dicen dizque ‘amor’ le regala un toque a mi soledad.
Mientras puedo sentir la bulla de los que están en fiesta, los que caminan por
las calles, las mismas que imagino destrozadas; mientras los carros pasan con sonidos
llamativos, subliminales, llámele como quiera; mientras todo está ocurriendo,
yo estoy frente a una computadora escribiendo algo que nadie va a leer y
esperando escuchar el celular, de alguien que no va a llamar.
Tal vez esté equivocado al
escribir estas letras -ruego-, ofrezco una disculpa pero mis letras se
acostumbraron al llanto de mi mente. Perdón por sentir que no hay nada
interesante que mostrar, que no me siento útil a la sociedad. Pareciera que el
universo conspirara para que todo me saliera mal. Odio el fracaso, te detesto
tanto como el día en que naciste, Lo peor es que me siento atado a ti, no
encuentro tu debilidad, no sé qué hacer conmigo, ni contigo; no quiero que
negocies más mis sueños porque siempre terminamos perdiendo dinero. Necesito un
grito de creencia, de fe, y eso que le dicen esperanza. Perdón por ser
desagradecido –lo sé-, lo tengo todo, pero mi mente necesita hacer sus
necesidades. Yo no sé qué hay de mí, ni de las personas que me rodean. El sueño
me está venciendo, el reloj avanza pero sé que ni el tiempo ni el sueño me harán
despegarme tan fácil de esta oscuridad.
Perdón por sentir que mis
ojos piden a gritos un refresco de agua salada, porque sencillamente no sé cómo
evitarlo. Alguna vez han sentido que sus corazones se ahogan, que no se sienten
bien en un lugar, que estorban, que les falta el aire o las ganas, o eso que
todos dicen “la verraquera”…pues bien, me hace falta eso y todo a la vez.
Ofrezco disculpas pero en este capítulo de mi vida algo no anda bien. Imagínese
que está es un bosque donde los animales son pocos y los que hay son carnívoros
y buscan a alguien como usted; con un cuerpo provocativo y sensible. Verás que
no podrás dormir, ni mucho menos soñar, te obligan a estar atento pero con un
pánico incontrolable, y todo para qué…para saber que al final serás consumido.
Así mismo me siento, en una realidad que por más que estés atento o que te
toque estarlo, al final serás consumido por ella; por injusticias, tristezas y
con ganas de huir.
Odio esta realidad, ésa que me está destruyendo poco a poco, ya no te quiero más, por favor vete y déjame en paz. Ofrezco mi perdón por decirle esto a usted, pero mi cuerpo está en discusión con mi alma, se han separado y no sé dónde buscar, y me siento intranquilo, con ganas de huir o llegar rápido a esa utopía a la que tanto anhelo pero que el miedo me priva y poco a poco me va encadenando. Me han ofrecido un plato de comida, o ¿será un libro? O ¿un lugar? La verdad ya ni sé, sólo recuerdo que se llama Dios y cada vez que lo nombro algo sopla en mí y me hace cerrar los ojos-no sé- se siente chévere. Busco una salida, una luz, busco que esa pólvora que suena en las calles también yo las pueda ver, pero no precisamente para verlas sino por el movimiento de mis ojos (la de alzar la cabeza).
Odio esta realidad, ésa que me está destruyendo poco a poco, ya no te quiero más, por favor vete y déjame en paz. Ofrezco mi perdón por decirle esto a usted, pero mi cuerpo está en discusión con mi alma, se han separado y no sé dónde buscar, y me siento intranquilo, con ganas de huir o llegar rápido a esa utopía a la que tanto anhelo pero que el miedo me priva y poco a poco me va encadenando. Me han ofrecido un plato de comida, o ¿será un libro? O ¿un lugar? La verdad ya ni sé, sólo recuerdo que se llama Dios y cada vez que lo nombro algo sopla en mí y me hace cerrar los ojos-no sé- se siente chévere. Busco una salida, una luz, busco que esa pólvora que suena en las calles también yo las pueda ver, pero no precisamente para verlas sino por el movimiento de mis ojos (la de alzar la cabeza).
Ofrezco disculpas por
presentarme ante usted con la cabeza agachada y no como la que está en mi foto
de perfil, simplemente porque estoy tratando de escupir las cadenas que me atan
mis pies, estoy tratando de creer que mi saliva es lo suficientemente ácida
como para reventarlas. ¡Perdón! Porque aun en la tristeza, sigo siendo un
demente que inventa historias sólo para evadir el cuento que es famoso, el que
todos se lo saben de memoria como la oración, ése; la realidad.
Ya es tarde, quisiera ser
vampiro y volar por las calles, por ahora soy escritor, ¡ups! Perdón; inventor
de mis propias simplezas letras. Y como diría el profesor: “ya pasamos la
teoría, ahora vamos a la práctica.” Imágenes empezarán a rodar en mi mente en
3, 2,1…
